sábado, 31 de marzo de 2018

EL TIO TOMÁS O LOS ZAPATEROS (José Somoza)

Estando ayer la señora de A… en casa de su zapatero preguntó por la Pepa, la ribeteadora, aquella muchacha tan aseada, tan dispuesta, tan sana y aun con apariencias de sensible en su fisonomía. –¡Ay, señora! dijo el maestro zapatero, limpiando una lágrima que se le deslizaba involuntariamente, ¡ni polvo hay de la Pepa! –Los oficiales y oficialas suspendieron su trabajo; todos, en sus ademanes hicieron el elogio fúnebre de la Pepa, silencioso, pero sincero. El maestro Tomás prosiguió: –¿se acuerda V., señora, de haber leído en los papeles públicos, hará como un año y medio, el suicidio de un joven bien portado que apareció a espaldas del cementerio, muerto de un pistoletazo? –aquí otra lágrima que se limpió el tío Tomás, sin dársele nada de que la señora de A… viese la mugre del codo de su manga. – Pues bien, señora, ese fue el primer novio de la Pepa, y ojalá que sus padres no se hubiesen opuesto al casamiento; pero no era maestro… ni tenía nada ahorrado… además pretendió a la muchacha el heredero de unos treinta mil reales, hijo de oficio… V., señora, debe conocerle, Cogote le llamamos por mal nombre… pues señor, que los padres comienzan a atormentar a la chica, y que si… que ha de ser… y que no ha de casar con otro… y la prohibieron a ella que hablase, que mirase, que dejase pasar por delante de su puerta al otro pobre muchacho… dio gusto a sus padres… se casó en efecto. – La Pepa tenía mucha fantesía (dijo Juana la ribeteadora), llevaba blondas a todos los días. – Calla, que aquello era aseo (interrumpió el tío Tomás), ¡me parece que la estoy viendo!... lo que hubo, señora, verdaderamente es que aquel ángel era de carne, y cuando estuvo en su casa propia no pudo resistirse a las instancias de su primer amante… y no arquees las cejas, Juana, que yo quisiera ver a la más pintada puesta en semejante caso; porque el marido salió un calavera. Cuando abrió la tienda la estrenó con orquesta, se hizo unos botines de cuatrocientos reales para ir al arroyo, y hombrearse con los hijos de los grandes de España, compraba caballos por tres, que luego vendía por uno; en fin, que ahí le tiene V. ahora de criado de los cómicos de la calle de la Sartén, desde que ha enviudado, porque la pobre Pepa se murió… se murió, señora, y a fe que pocos días antes su madre vino aquí y se sentó donde V. está sentada, y me dijo; tío Tomás, se me muere la Pepa, y si se me muere me tiro al canal… aquel bribón de marido la tiene perdida, plagadita, tío Tomás… y era verdad. Pero escuche V., señora; el día que a la Pepa en su enfermedad la dieron lo bueno, se presentó el muchacho, el primer novio, y la dijo: –dos pistolas he comprado, si tú te mueres me mato. – Parece que lloras, Juana, ¿dónde está ese genio tan descontentadizo, esa lengua que a ninguno deja… llora, Juana, y que te haya perdonado la envidia que la tuviste.– Señora, encomiende V. a Dios a la Pepa, se murió, pero siempre queriendo, sin querer decir nada a naide la pobrecita… el que ella quiso bien lo merecía; el día que la enterramos asistió al entierro.. y le dije al paso, ¡Joaquín! quien lo dijera!... no me contestó ni esto. Pero a media noche según ha dicho el guarda del camposanto, vio un hombre embozado que rondaba las tapias y que gritaba, «Pepa, Pepa, Pepa» oyó un tiro y por la mañana se le encontró muerto.
Cuando concluyó el maestro Tomás esta historia ya no había casi ninguno de los oyentes; los oficiales jóvenes se habían ido saliendo sollozando en silencio, las mujeres llorando en alta voz. El tío Tomás concluyó diciendo: Señor, no se puede ser tan bueno: parece que este mundo es de los malos según los padecimientos que hay para los que no lo son. – ¿Qué tal? dije yo al salir a la señora de A… ¿sabe sentir la gente baja, o no? ¿Pudiera hacerlo mejor una familia de duques?

Semanario Pintoresco Español, 12 de agosto de 1838