martes, 27 de enero de 2015

EL VAPOR QUE SE VA Y EL VAPOR QUE VUELVE (J. Ortega Munilla)

Negra columna de humo sale de su chimenea, y lanzando un relincho de caballo impaciente, arranca, barrenando las olas con su hélice. Aún se despide desde el vapor un pañuelo blanco de un pañuelo negro que se mece triste y ansiosamente desde la orilla. Unid ese punto negro y ese punto blanco que se destacan en el cielo dorado de las playas mediterráneas como una pluma de cuervo y una pluma de paloma… unidlos con una línea imaginaria. Tendréis la línea recta del amor.
Agita el pañuelo blanco un mozalbete. Agita el pañuelo negro una viuda.
La madre y el hijo se separan. ¡Y no se viste de luto la tierra! “Los elementos –ha dicho Shakespeare– son crueles porque ríen cuando el hombre llora.”
Una mujer que se separa de su hijo y no sabe si estará vivo o muerto, sufre mil angustias por segundo.
¿Qué sabe cada crepúsculo si aquel sol que se va habrá visto el crespón mortuorio del ser idolatrado?
Por eso la viuda que vio alejarse a su hijo volvía todas las tardes al  puerto a la hora de entrada y salida de los vapores de América.
Cuando veía que un vapor se marchaba, depositaba una esperanza en su bandera. Acaso al volver trajese a su hijo.
Cuando veía que un vapor regresaba, como nunca bajaba de él ese hijo, creía aquella hermosa nave tripulada por la muerte.
Dios le otorgó ochenta años de vida, y empleó cuarenta en ver irse y volver los vapores. Fue aquel dolor pacienzudo y tenaz. Hubo en aquella alma fibras que romper todos los días. Su dolor fue por cuarenta años, una gran agonía sin muerte.
Y cuando estaba muriéndose, oyó desde su lecho mísero el silbido de un vapor que anclaba.
Dios envió un ángel a la cabecera de la pobre mártir.
–El Señor te concederá el premio que quieras por tus penas, llevadas con resignación– dio el ángel a la madre.
Y la madre le pidió al Señor, por premio de todas sus torturas, cinco minutos más de vida.
¡Para ver si en aquel vapor llegaba su hijo!

J. ORTEGA MUNILLA
(Diario de Pontevedra,  19 de mayo de 1897)

El autor: José Ortega Munilla (Cárdenas, Cuba, 26 de octubre de 1856 - 30 de diciembre de 1922) fue un escritor y periodista español, padre del filósofo José Ortega y Gasset.