martes, 11 de agosto de 2020

EL CORNETÍN ENAMORADO (Luís Taboada)

I

Sí, este traje de Pierrot me sienta perfectamente.
         La careta infundirá valor en mi ánimo y podré decir a Mariquita todo lo que siente mi corazón.
        Va al baile; me lo ha dicho su doncella a quién logré sobornar con el oro: por cuatro pesetas me ha puesto en antecedentes. Mariquita llevará un capuchón negro con lazos de color rosa. ¡Qué noche más feliz voy a pasar!... Podré extasiarme contemplando aquellos ojos menudos como piñones y aquellos pies grandes y rasgados, digo, al revés…
        ¡Caramba! ¡Qué daño me ha hecho el barbero! Por querer esmerarse, me ha dado un corte junto a la barbilla que me escuece de una manera…
       ¿A ver cuánto dinero me ha quedado? Seis duros. Sí, tengo lo necesario para comparar el billete, los guantes, los bombones y un ramo de violetas. Le regalaré el ramo, emblema de mi pasión modesta y sencilla. ¡Ay Mariquita de mi alma! ¡Qué noche más hermosa vas a proporcionarme!

 II

        ¿Entraré en el café? Sí, necesito tomar una copa de coñac bien fuerte: el alcohol fortalece el espíritu y hace valiente a los hombres.
       El mozo.- Quítese usted la careta.
       –¿Cómo?
       –No se permiten caretas en los establecimientos públicos, y menos de noche.
       –Pero…
       –Quítesela V. o voy por la pareja.
       –Bueno, hombre; me la quitaré, también es fuerte cosa que no pueda uno conservar el incógnito… A ver: Tráigame V. una copa de coñac del mejor. (Pausa).
       El mozo.- Este billete de cinco duros es falso.
       –¿Falso?
       –Queda V. detenido.
       –¿Qué dice V.? ¡Protesto! Esto es un abuso. ¡Yo soy un joven de bien!

 III

 –Pero, señor inspector ¡Por la Virgen Santísima! Yo no he fabricado el billete. Lo he adquirido por los medios legales como primer cornetín que soy del teatro Talia. Tengo personas que acrediten mi buena conducta… Además, yo estoy enamorado de una señorita muy decente. ¿Ve V. este disfraz de pierrot? Pues lo he alquilado para ir al baile… No me guía ninguna mala intención; mi único objeto es poder hablar a Mariquita y declararla mis puros sentimientos porque la adoro, señor inspector, la adoro…

 IV

 Gracias a la amistad de S. Serapio, el prestamista, que ha salido fiador, puedo verme libre… Corro al baile. Pero solo me quedan dos peseteas y una de ellas hasta me parece sospechosa. Felizmente no tengo que comprar la entrada, pues me ha proporcionado una Macilin, el flautín de la orquesta. ¡Ay Mariquita, Mariquita! ¡Cuántos apuros estoy pasando por ti! ¡Dios mío! Me he torcido un pie… Como estos pantalones son tan largos, a cada momento me los piso… Ya no podré bailar ni recorrer el salón del brazo de Mariquita ¡Qué desgracia!
       Un transeúnte.- ¿Se ha puesto V. malo?
       –No es nada; que me he torcido un tobillo.
       –¿A ver? ¿Quiere V. que le lleve a su casa?
       –No, no se moleste.
       –¿Es aquí dónde siente V. el dolor?
       –¿En la cintura? No, no señor; yo el tobillo lo tengo más abajo, cerca del pie.
       –Vaya, pues me alegraré que no sea cosa de cuidado.
       –Muchas gracias.
       –Abur… y diviértase.

 V

 ¡Cielos! ¡Ese bribón me ha robado las dos pesetas que me quedaban! Era un timador. Por eso me buscaba el tobillo junto al chaleco. ¿Y qué hago yo ahora sin un cuarto? Felizmente Mariquita no exigirá de mí que la convide a cenar. ¡Ella tan decente!... ¡Canastos! Como me duele el pie! Pero todo eso terminará cuando la vea, cuando la hable, cuando la diga todo lo que la quiere mi corazón…

 VI

 ¡Qué bullicio! ¡Cuánta gente! Ante todo voy a ver mi Mariquita. Por allí va una con capuchón negro y cintas de color de rosa ¿Será ella?
       –Mascarita, ¿quieres bailar?
       –Con mucho gusto.
       –(Es su voz, sí; su voz encantadora. Cada silaba resuena en mi corazón como una sonata de Chopin.)
       La orquesta.- Chin, chin, tarará, tararira.
       La del dominó.- Lo mejor será que nos sentemos, porque me amareo
       El pierrot enamorado.- Sentémonos si así te place… (Pausa) Mascarita: estoy loco de amor.
       –¿Qué dice usté?
       –Que estoy enamorado como un demente. Ansiaba que llegase este día para revelarte mi pasión. Yo soy Aquilino.
       –¿Qué Aquilino?
       –El que ronda tu calle, el que sigue tus pasos, el que toca el cornetín en Talia.
       –¿Pero, qué dice usted? ¿Sa vuelto usted chiflao?
       (Un hombre disfrazado de moro oye las últimas palabras de la máscara del dominó y se acerca al grupo)
       –Oiga usted – dice al pierrot –¿qué está usted hablando con esa señora?
       El pierrot.- ¿Cómo? ¿Es a mí esa pregunta?
       El moro.- ¿Sa creio usté que esa señora es alguna desas?
       El pierrot.- ¿Es algún delito amar?
       El moro.- Toma amores. (Bofetada)
       El pierrot.- ¡Bárbaro!
       El moro.- Toma, bárbaro. (Trompada.)
       El pierrot.- Defiéndame usted, Mariquita.
       La del dominó.- ¿Mariquita? ¡Si yo me llamo Ugenia!
       El pierrot.- ¿Eugenia?
       El moro.- (Arrancándole la careta al pierrot.) Quiero verle la cara a este señorito.
       El moro y la del dominó.- (Retrocediendo.) ¡Calla! ¡El vecino del piso cuarto!
       El pierrot.- (Dejando caer los brazos con desaliento.) ¡Cielos! ¡El portero y su mujer!

 

 Luís Taboada

La Vida Literaria 7 de enero de 1899   nº 1.

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